Gritá, escribí.

Los silencios pesan. Cuando las palabras no logran salir, se quedan atoradas  en la garganta y las emociones terminan brotado por otros lados.

El solo escuchar termina cargandote de todo aquello que hubieras preferido no oír. Te convences que estas haciendo bien en no decir, sin embargo sabes que aunque no conozcas del todo la causa, no podes emitir sonido.

¿Hasta dónde está bien involucrarse? ¿Hasta que punto sos egoísta o estás cuidando tu salud mental, cuando no lo haces?

A veces optas como mecanismo de defensa el silencio: ¿para qué llenar de más ruido el afuera?. Pero llegas al limite donde necesitas expresar, así lo no dicho te deja de comer por dentro.

El deseo de que todo se repare es una forma de hacerlo. Aunque las partes no se puedan unir y necesites aprender a vivir con eso.

Terminas concluyendo que siempre es mejor proclamar, a tu tiempo, con tus modos y formas, el mundo no va a dejar se girar al hacerlo.

Gritá, escribí, el poder radica en sacar toda la mierda de adentro.






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